May 13, 2012

El año que viene Levante-Liverpool

La versión original de este artículo salió publicado en SuperDeporte
el 17 de mayo de 2012 en su edición especial "SuperLevante"

Illinois, EE.UU.

Comparto una casa alquilada con dos compañeros de mi universidad que son del Liverpool FC. Mis compañeros son extranjeros haciendo sus estudios en EE.UU., donde no hace falta explicar que no hay mucha afición por el fútbol europeo. Sin duda, nos conocimos y nos convertimos en amigos por esa pasión rara y compartida por el fútbol. 

Todavía me acuerdo del día que empezamos a hablar. Yo siendo muy tímido, saqué un poco de confianza para comentarle a uno de ellos, el noruego del par, que me gustaba su camiseta del Liverpool con el nombre y número de Fernando Torres en la espalda. Aquel momento empezó una amistad que pronto se trasladó a una amistad con el otro, de Birmania.

Aquel verano hice un viaje de estudios en España y me contagió el levantinismo que era para mí una forma de honrar y conectarme con el barrio que mi abuelo tuvo que dejar atrás, El Cabanyal. Al principio, mis compañeros no me tomaron en serio. “Pensábamos que eras del Madrid”, decían. Al final, les obligó a aceptarlo porque sólo hablaba del Levante día y noche. “¿No viste el partido del Liverpool? ¿Ni el gol de Gerrard?” me preguntaban una y otra vez con insistencia y yo, con indiferencia, les solía responder  “¿Vosotros no visteis el golazo de Rubeninho?”. Se convirtieron en costumbre nuestras bromas, las suyas con un tono más arrogante. Seguían despreciando al Levante. Les costaba entender por qué uno se haría de un equipo pequeño.

Ahora, las cosas han cambiado. En sólo unos años, se nota el respeto que ha ganado el Levante y los levantinistas por todo lo que hemos conseguido juntos. El domingo me dijeron que, visto cómo yo vivía el Levante y el trato que recibo de los levantinistas, “Esperemos que ganéis”. Yo les proponía que si el Levante se clasificara para Europa, daríamos una vuelta por la universidad en mi coche.

Gracias a los goles de Ghezzal, por un día pudimos compartir una felicidad tremenda. El birmano conducía mi coche, con la matrícula “LEVANTE”, mientras que yo enseñaba una bandera levantinista por la ventanilla, con la música de Lliure llenando el aire al igual que la bandera. Las caras de perplejo que recibimos eran un poema. Ojalá con el paso del tiempo las caras se conviertan en sonrisas. Si hemos llegado hasta aquí ¿por qué no? si el año que viene podríamos poner blaugranes al vent por campos como Anfield.
Esta plantilla histórica, el cuerpo técnico y todos los empleados del club, con el apoyo fiel y apasionado de la afición logramos algo que era impensable durante más de un siglo. Con nuestra unión parece como si fuéramos un puzzle por la manera en que enlazamos, tanto así que nos hemos convertido en un auténtico rompecabezas para nuestros rivales. ¡Felicidades a toda la plantilla y todos los levantinistas! ¡Som equip europeo!

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